miércoles, 12 de septiembre de 2012

EL PODER LA MÚSICA


http://www.youtube.com/watch?v=hKXrVHlIvYw

Musicoterapia

El poder de la música

(Por José Manuel Brea Feijoo)

Nadie puede negar el efecto que sobre los hombres producen las melodías y los ritmos musicales. Los propios sonidos de la Naturaleza influyen en el estado anímico, habitualmente acariciando y llenando de sosiego, pocas veces enardeciendo los humores y cargando el espíritu de inquietud. Por el contrario, los ruidos ambientales de los que difícilmente podemos escapar, ejercen otro tipo de influjo, mayormente negativo, que perturba, solivianta y desasosiega. Y para contrarrestar lo que nos amenaza y desequilibra, contamos con el poder de la terapia sonora.

Los diferentes efectos de la música

Poder de la música
Desde lo natural, el hombre ha sabido valorar la fuerza de los sonidos, encauzándolos en su propio beneficio, de modo que la humana música fue sirviéndole para sus diferentes propósitos. Al parecer, con un primitivo significado territorial, anunciador y ratificador del dominio geográfico. Con un posterior o simultáneo sentido sexual, simbolizando la atracción y la fuerza creadora de vida. Y tras el devenir de los siglos, con un refinado cometido de goce espiritual que, en muchas ocasiones, se traduce en mudanza emocional. Finalmente, con una pretensión de mensajera intelectual, cuando menos cuestionable sin el soporte de la palabra.
¿Quién no ha oído del mítico poder órfico de la música que apacigua a las fieras? Por supuesto de aquella dulce, melodiosa y placentera que, al decir de algunos estudiosos, hace crecer vigorosamente a las plantas y hasta dar más leche a las vacas; en estos casos, quizás también energética como la mozartiana, que se ha mostrado experimentalmente como la más adecuada para la flora y la fauna doméstica. Es como si lo que el hombre ha recibido de la Naturaleza y sublimado a través de su capacidad artística se lo devolviese felizmente agradecido.
En nuestros días es reconocido el efecto del arte sonoro sobre la salud, en sus dos vertientes, física y psíquica; aun dudando de su capacidad curativa, no se puede negar su acción mitigadora de ciertas dolencias del cuerpo y del alma. Tanto es así que el desarrollo de la musicoterapia como ciencia es una realidad que, aunque no de largo alcance en nuestro medio, ha ido ganando adeptos entre los profesionales de la medicina, que han podido comprobar, en sí mismos o en terceros, los beneficios de determinadas piezas musicales, vocales e instrumentales, en particulares desajustes corporales y mentales. El poder de la música, con sus limitaciones, se reconoce entonces como una gran terapia.
Los mismos creadores o intérpretes han podido beneficiarse de las bondades de su arte. Sabemos de músicos mentalmente perturbados o emocionalmente desequilibrados que, al menos durante un tiempo, fueron salvados por su propia creación musical. Con ella consiguieron realizarse y mantener un equilibrio que contrasta con sus dramáticas existencias. Baste recordar a Schumann, Wolf, Tchaikovsky o Mahler, por nombrar a cuatro grandes compositores bien conocidos. Pero sobre todo son la mayoría de receptores anónimos los principales destinatarios de la belleza sonora como fuente placentera y estimulante.
La música acompaña celebraciones festivas, favoreciendo la conveniente eclosión de alegría, pero también es parte de ceremonias piadosas y solemnidades funerarias. Desde la cuna a la tumba, jamás nos abandona; no eluden sus efectos ni los sordos, capaces de sentir en su cuerpo la transmisión de las vibraciones sonoras. Ora una nana, ora una canción de aniversario, ora una marcha nupcial, ora una marcha fúnebre... Parece necesaria su presencia en toda actividad humana que entrañe regocijo o lamento, júbilo o tristeza, placer o dolor, risa o llanto, amor o desamor. Y se hace muy difícil concebir el más allá sin su adorable caricia.
En la gran ópera La flauta mágica (Die Zauberflöte), Mozart reafirma la magia benefactora de la música, su fuerza disipadora del mayor temor, liberadora del sufriente ser humano: un poder que a través de los grandes valores iluminará la tenebrosa senda que nos lleva hacia la muerte. En el hermosísimo Lied A la música (An die Musik), Schubert se rinde al arte benévolo que lo ha conducido a un mundo mejor. Y con su Cuarta sinfonía, Nielsen proclama que la música es vida, y como ella inextinguible. Quién sabe si tras la oscuridad de la decisiva noche hallaremos otra luz engendrada por el poder de la música.

http://www.opusmusica.com/026/poder.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario